lunes, 17 de octubre de 2011

Era Incómodo.


Era incómodo. Veían la serie, callamos, aburridos, pesados. El hastío les inundaba y sus miradas perdidas se cruzaban, buscando un amor que no existía. El al lado de ella. Ella de lado. El no aguantaba más. La necesidad de amor, y la enorme erección que sufría le obligaba a querer cosas que no sabría como llevarlas a cabo.

-Me encuentro un poco mal- Dijo él.- Estoy agobiado, necesito un puto abrazo.
-Jajaja, mira la serie y calla, anda. No es para tanto.
-Eso díselo a mi erección.

En ese momento ella cambió de actitud, por dentro. Algo despertó. Ella seguía tumbada de lado, dándole la espalda. Se bajó el pantalón bajo las sabanas. Eran simples amigos, perro ella quería tenerle dentro. Sus bragas eran un tanto infantiles, naranajitas, con unas bandas azules claras en horizontal, y una pequeñita flor en la zona del coño. El notó que ella hacia un movimiento raro, pero no pensó en ello.

-Puedes metérmela- Dijo ella. El se asustó. No sabía porque lo decía, ni que coños pasaba. Solo se le puso más dura.
-De que hablas… ¿Es que quieres que follemos? No creo que sea lo conveniente. Tú sabes que busco algo más.
-Fóllame… finjamos que nos queremos durante unas horas…

El se aceró y la abrazo por la espalda. Se percató de los pantalones, y se arrimo más a su culo. Se bajo sus pantalones, y su polla dio entre sus nalgas. Ella suspiró. El le acariciaba el pelo. Se restregaron durante unos minutos, en silencio, respirando con profundidad mientras él la abrazaba con fuerza y ella le agarraba las manos.

-Quítame las bragas por favor…- Dijo con jadeos y voz débil.

El le bajo las bragas lentamente, besándole y dándole mordiscos en el cuello y los hombros. Le besaba el lóbulo de la oreja derecha. Ella seguía jadeando. Se la sacó y le puso la punta en los labios del coño. Estaba mojado, húmedo, caliente. Se abría con facilidad. Ella se puso muy nerviosa. Empezó a jadear y a agarrarle de nuevo las manos con fuerza. Mojaba cada vez más y la quería sentir cada vez más dentro.

-Muévela, por favor. Hazme sentir que te importo. Dime que me quieres mientras por favor…- Propuso ella. Nerviosa. Acobardada. Empezó a moverse lentamente pero con determinación. Sabía lo que quería y como lo quería, y no le importaba sentirse engañada durante unos momentos.

-Te quiero-  Dijo el, poniéndola boca abajo, mientras le mordía la nuca y le agarraba el pelo y la muñeca izquierda. Empezó a metérsela lentamente, de una manera constante y con fuerza, hasta el fondo. Ella empezó a gemir, no podía contenerse más. Los pezones se le pusieron duros y sudaba. Tenía el cuerpo ardiendo y empapado. Se empezó a acariciar el clítoris.
Pasaban los minutos, llegando a la hora. No paraban, aguantaban, disfrutaba. La cerveza de la mesa perdió la espuma y los cigarros se apagaron por completo. El suelo se llenó de ropa por todos lados, ya que acabaron desnudándose por completo. Ella se alejo y se puso boca arriba. Empezó a besarle y morderle los labios, mientras. Le cogió la cara, él también la besaba y también le mordía los labios.

-Sabes que esto no es lo correcto- Repuso él.
-¿Y que lo es? Estamos solos, no nos queremos ni nos quieren, que más da.
-No, no da igual. Esto no es lo correcto.

La volvió a besar más intensamente que antes. Ahora todo cobraba algo más de sentido. ¿Qué hacían?¿Por que? El sabía que no era lo correcto, pero ¿y?¿Quién más iba a tener ese detalle con él? No siempre ha sido bonito vivir, ni fácil, y eso es algo que no se nos enseña en las escuelas, aunque no deben hacerlo. El caso es que termino la tarde así. Follaron, sin más, sin amor, como necesidad, como cobijo. Como refugio de algo que detestaban y sin palabras sinceras de amor. No lo necesitaban. La cerveza ya perdió por completo la espuma y el gas. Los cigarros estaban consumidos. El ambiente cargado y la persiana bajada. La serie acabo y se quedó la pantalla del ordenador en negro. Que más daba, ahora solo estaban ellos, no necesitaban más. Ya vendría mañana el remordimiento y la soledad, el hastio y el sabor a bilis y fracaso en la garganta.

2 comentarios:

  1. Es como mejor se aprende, con sabor a bilis en los últimos fracasos. Pero quémásda, los odio igualmente.

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