-¿Por qué lo decías sino era cierto?
No era la primera vez que se topaba con la misma imagen. Se le acercaba dócilmente una mujer, intentando crear un vínculo, un principio de nada. Muestras de complicidad que no llevan a nada.
-Era cierto, pero no sé... No estoy contenta.
Es curioso cuando siempre te dicen 'es que busco al hombre adecuado', demuestras que lo eres, y siempre queda en lo mismo. Todas se quejan de su mala suerte, de lo mal que han sido tratadas, de los cuernos que se han llevado, pero te das cuenta que es al revés. Que invierten los papeles para ganar la confianza de su presa a la que devorar lentamente en la cama, como un trofeo de caza que se expone sobre la chimenea humeante de invierno para jactarse con los amigos de clase alta pero de mentalidad escasa.
-Es lo de siempre, no sé. No tienes criterio, ni palabra. No tienes ni idea siquiera de lo que quieres.
Acabó harto. No se culpó ni la culpó, es normal. Es ley de vida. Pero quema el paso del tiempo y ver que una tras otra son sólo mentiras que se apilan en un álnum viejo de fotografías color sepia que se ven marchitas por el tiempo.
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