miércoles, 1 de febrero de 2012

Ángel de la Guarda

El intenso ruido del tráfico se filtraba inevitablemente por las ventanas pese a estar estas cerradas. Sonaba en una radio de fondo, sobre una vieja mesa de color caoba Extremoduro. No recuerdo ni la emisora ni que hacía allí. Sólo sé que bebimos como si no hubiera mañana.

-¿No crees que deberías tomártelo con más calma?
-Ya lo hago, sino haría algo al respecto. Pero es inevitable, no puedo evitar pensar en ello. Todo se acaba, no sé que pasa. A veces me arrepiento de hacer lo que hago sólo por el hecho de no tener que ver las consecuencias en un futuro próximo.
-Pero a lo mejor jamás llega ese futuro, ¿no te has parado a pensarlo? No tiene porque tener consecuencias de ningún tipo tus actos.

Tantas veces habré pasado por este maldito círculo vicioso. Otro trago de la copa. La ginebra empieza a calentarse. Le pongo más hielo.

-Hay que soltarlo alguna vez ¿No? Nunca me ha gustado callarme.
-Lo sé, te recuerdo que sé quien eres. Te conozco ¿Olvidas donde vivo?

Sonrío, vuelvo a beber.

Cae el sol lentamente. Son las 7 de la tarde, un frío otoño, pero las vistas son bonitas. Suena ahora Kind of Blue, de Miles Davis. Me enciendo un cigarro. El cenicero va a reventar, pero no me importa. Me sirvo otra copa. Tal vez sea mejor sentarse a esperar y ver que pasa.

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