Aún recuerdo cuando sonaba el despertador y arañábamos las sábanas para robarle unos minutos más de sueño. Aún recuerdo cuando nos despertábamos ya pinchándonos. Era toda las mañanas igual: yo hacía el café, ella dormía. Pero eran mis mañanas, y eso no lo iba a cambiar por nada del mundo. Un recuerdo es un recuerdo, y algunos valen su peso en oro. La comida siempre se me pasaba, o no estaba lo suficientemente hecha. Su cena famosa me asustó, pero sobreviví, cosa que no esperaba. Recordamos viejas aventuras en viejas tabernas. La cerveza nos hizo de catalizador para volver a revivir un pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario