martes, 25 de octubre de 2011

Pequeños e inmemorables

No sé como acabamos llegando a ese punto...

-¿Y qué haces?- Me dijo poniendo voz juguetona.
-¿Cómo?
-¿Es que no quieres follar?- Me dijo por el móvil.
-Ufff... No me hagas esto... estoy en el autobús, vas a hacer que me meta en un lío.
-¿Eso es que ya no quieres follar conmigo?

No pude evitar recordar sus bragas moradas. No pude evitar recordarla recostada de lado, en la cama, sobre las sábanas azules y con esas bragas moradas. Sus piernas. Como se subía la camiseta. La deseaba y siempre la desearía. No nos conocimos hace mucho, pero fue muy intenso.

-En breves llegaré a casa, espera anda... sabes que tengo tantas ganas como tú.

Siempre me volvieron locos sus jadeos, su voz cuando estaba cachonda, cuando mojaba, cuando se corría. Nunca supe decirle cuanto la quería... Pero por desgracia parece ser que se acabó.

-Vamos a cambiar de tema, anda, no me hagas esto. Espera a que llegue a casa y follamos. Sabes que tengo tantas ganas como tú.
-No, es igual. ¿Qué haces?
-No, en serio, espera a que llegue a casa. Sabes que todavía te deseo y qué desde que te fuiste no he parado de pensar en ti y en desearte.
-Déjalo, en serio. Era broma.

domingo, 23 de octubre de 2011

Concepto de existencia.

****ADVERTENCIA: ESTA ENTRADA PUEDE CONTENER SPOLIERS DE UNA SERIE DE ANIMACIÓN 'SERIAL EXPERIMENTS LAIN'. SI LA QUIERES VER, HAZLO ANTES DE LEER ESTO****

Muchas veces me surge la misma pregunta. ¿Quién soy (o quiénes somos) realmente?.

Sino me conociera nadie nadie podría afirmar que existo. Es una condición que considero indispensable para la existencia.

Durante una de mis tardes/noches de ocio en las que suelo devorar un libro o una serie me topé con un anime: SE LAIN. A mi criterio, de lo mejor que he visto en mi vida, y posiblemente de lo mejor que veré jamás. En SE LAIN se expone la teoría de que la persona sólo es un impulso cerebral, que sólo somos actividad cerebral. Y presuponiendo esto mi conclusión es que es cierto.

Un cuerpo sin vida es un cuerpo que no habla, no siente, no expresa, no razona, no vive, no teoriza. Un cuerpo sin vida es un cuerpo donde la actividad cerebral ha cesado. En este sentido me aferro a la afirmación médica de 'muerte cerebral': cuerpos de personas que siguen latentes pero cerebralmente no hay actividad. Muchos no lo consideran una muerte al 100%, pero lo es.

Pero no es tan sencillo que acabe aquí la razón de ser. Realmente somos actividad cerebral, pero todas las existencias de este mundo lo son ¿Cómo identificarnos? Si nos viésemos sin cuerpo, como un cúmulo de reacciones electroquímicas que se producen en el cerebro no sabríamos distinguirnos los unos de los otros, de ahí que se categorice con 'nombres' a las personas.  Pero realmente mi nombre no es mi identidad. Es sólo una forma de idealizar esa identidad (de ahí que en un artículo anterior hiciese una diferenciación entre el lenguaje y el pensamiento).

Continuando con esta temática y dando un salto, profundizaríamos más en la existencia, en la identidad de las personas. Citando de nuevo la frase del principio de la entrada 'Sino me conociera nadie nadie podría afirmar que existo. Es una condición que considero indispensable para la existencia' me referiré a lo que sería el 'final' de la serie. Si la gente nos olvidase dejaríamos de existir para ellos. Funcionamos así: sólo creemos existente todo lo que esté dentro de nuestro diminuto conocimiento del mundo. ¿Nunca ha pasado de un día decir 'hostias, que será de tal persona'? Antes de esta afirmación la ignorábais por completo, ni érais conscientes de su existencia, ni siquiera de su recuerdo: era una persona inexistente y olvidada, no era ya nada. De ahí, pienso, el sentimiento de soledad: nos sentimos solos cuando no hay nadie, cuando no existimos para nadie. Caemos en el olvido profundo, en un mundo a parte donde sólo estamos nosotros y el tiempo.

Podríamos decir, pues, que nuestra identidad reducida a su máximo exponente no es más que una atividad cerebral capaz de crear juicios y razones sobre lo que le rodea y conocerlo. Pero es una actividad ignorada, que en la mayoría de los casos es una actividad olvidada, desconocida para el mundo. Como ejercicio de reflexión propongo dedicar una tarde de domingo, larga, pesada, vacía de toda actividad ociosa, a pensar, meditar sobre la existencia. Sobre que conocemos y que no, sobre la vida de esas personas que ignoramos, sobre esos rincones del mundo que no vemos en la televisión, sobre la vida del vecino. Podríamos hacer un ejercicio de intentar conocer un poco más las cosas que no entran dentro de nuestro campo de visión, y darnos cuenta que apenas conocemos nada, y que ignoramos lo que no vemos.

lunes, 17 de octubre de 2011

Juegos de sillas.

La lanzó contra la pared.

Se conocían desde hace unos meses. Ella siempre le increpaba sin motivo. No eran siquiera amantes. Sólo dos amigos que se puteaban como podían.

Le mordió el cuello y le metió la mano por debajo de la falda. Ella no podía evitar gritar, como si se sintiese violentada, pero fingía. En el fondo ella es lo que más deseaba: que él se la follase. Ella le quitaba la camiseta con violencia, llegando incluso a desbocarla. No podía parar de temblar. Sus sueños se hacían realidad: se la iba a follar allí mismo, en le pasillo de su casa, bruscamente y contra la pared.

-Espera, espera. Llevame a la mesa de tu cuarto- Dijo ella.

Fueron corriendo a su habitación. Ella se empezó a desnudar. Sólo se dejó puesta la falda y las bragas. Se sentó sobre la mesa, con las piernas apolladas en la silla.-Sientate- Le dijo meintras abría las piernas -Quiero que hagas una cosa.

Él apartó sus piernas de la silla y se las puso sobre las suyas. Empezó a acariciarle los muslos y besárselos. Ella se agarraba a la estantería de encima mientras se dejaba caer de espaldas contra la pared. Jadeaba violentamente, como si se ahogase.-Mete tu lengua por debajo de las bragas- Le dijo con una voz débil, y el no tardó en obedecer. Tenía el coño mojado, muy húmedo y ardiendo. A él eso parecia encantarle, y más a ella ya que era quien lo estaba disfrutando.

Tras un largo rato de lametones y gemidos ella se levanto y se termino de desnudar.-Te cojo una sudadera- Dijo dirigiéndose al armario. Se pillo la primera que pilló a mano: una sudadera azul claro con el logo de Flama. Le venía enorme. Le llegaba hasta la mitad del muslo y las mangas le cubrían la mano entera. Era lo que más le gustaba: que se la follasen con una sudadera.

-Vamos, tenemos toda la noche. -Dijo besándole mientras le quitaba el pantalón como podía y se sentaba encima suya.-Quiero que me folles aquí, en la silla y a pelo. -Él creía estar en el cielo. Ella se sentía desbocada, como un caballo salvaje. No podía evitar gemir y agarrarle fuerte de los hombros mientras él la abrazaba y le besaba el cuello. Ella se movía lentamente arriba y abajo.

Era Incómodo.


Era incómodo. Veían la serie, callamos, aburridos, pesados. El hastío les inundaba y sus miradas perdidas se cruzaban, buscando un amor que no existía. El al lado de ella. Ella de lado. El no aguantaba más. La necesidad de amor, y la enorme erección que sufría le obligaba a querer cosas que no sabría como llevarlas a cabo.

-Me encuentro un poco mal- Dijo él.- Estoy agobiado, necesito un puto abrazo.
-Jajaja, mira la serie y calla, anda. No es para tanto.
-Eso díselo a mi erección.

En ese momento ella cambió de actitud, por dentro. Algo despertó. Ella seguía tumbada de lado, dándole la espalda. Se bajó el pantalón bajo las sabanas. Eran simples amigos, perro ella quería tenerle dentro. Sus bragas eran un tanto infantiles, naranajitas, con unas bandas azules claras en horizontal, y una pequeñita flor en la zona del coño. El notó que ella hacia un movimiento raro, pero no pensó en ello.

-Puedes metérmela- Dijo ella. El se asustó. No sabía porque lo decía, ni que coños pasaba. Solo se le puso más dura.
-De que hablas… ¿Es que quieres que follemos? No creo que sea lo conveniente. Tú sabes que busco algo más.
-Fóllame… finjamos que nos queremos durante unas horas…

El se aceró y la abrazo por la espalda. Se percató de los pantalones, y se arrimo más a su culo. Se bajo sus pantalones, y su polla dio entre sus nalgas. Ella suspiró. El le acariciaba el pelo. Se restregaron durante unos minutos, en silencio, respirando con profundidad mientras él la abrazaba con fuerza y ella le agarraba las manos.

-Quítame las bragas por favor…- Dijo con jadeos y voz débil.

El le bajo las bragas lentamente, besándole y dándole mordiscos en el cuello y los hombros. Le besaba el lóbulo de la oreja derecha. Ella seguía jadeando. Se la sacó y le puso la punta en los labios del coño. Estaba mojado, húmedo, caliente. Se abría con facilidad. Ella se puso muy nerviosa. Empezó a jadear y a agarrarle de nuevo las manos con fuerza. Mojaba cada vez más y la quería sentir cada vez más dentro.

-Muévela, por favor. Hazme sentir que te importo. Dime que me quieres mientras por favor…- Propuso ella. Nerviosa. Acobardada. Empezó a moverse lentamente pero con determinación. Sabía lo que quería y como lo quería, y no le importaba sentirse engañada durante unos momentos.

-Te quiero-  Dijo el, poniéndola boca abajo, mientras le mordía la nuca y le agarraba el pelo y la muñeca izquierda. Empezó a metérsela lentamente, de una manera constante y con fuerza, hasta el fondo. Ella empezó a gemir, no podía contenerse más. Los pezones se le pusieron duros y sudaba. Tenía el cuerpo ardiendo y empapado. Se empezó a acariciar el clítoris.
Pasaban los minutos, llegando a la hora. No paraban, aguantaban, disfrutaba. La cerveza de la mesa perdió la espuma y los cigarros se apagaron por completo. El suelo se llenó de ropa por todos lados, ya que acabaron desnudándose por completo. Ella se alejo y se puso boca arriba. Empezó a besarle y morderle los labios, mientras. Le cogió la cara, él también la besaba y también le mordía los labios.

-Sabes que esto no es lo correcto- Repuso él.
-¿Y que lo es? Estamos solos, no nos queremos ni nos quieren, que más da.
-No, no da igual. Esto no es lo correcto.

La volvió a besar más intensamente que antes. Ahora todo cobraba algo más de sentido. ¿Qué hacían?¿Por que? El sabía que no era lo correcto, pero ¿y?¿Quién más iba a tener ese detalle con él? No siempre ha sido bonito vivir, ni fácil, y eso es algo que no se nos enseña en las escuelas, aunque no deben hacerlo. El caso es que termino la tarde así. Follaron, sin más, sin amor, como necesidad, como cobijo. Como refugio de algo que detestaban y sin palabras sinceras de amor. No lo necesitaban. La cerveza ya perdió por completo la espuma y el gas. Los cigarros estaban consumidos. El ambiente cargado y la persiana bajada. La serie acabo y se quedó la pantalla del ordenador en negro. Que más daba, ahora solo estaban ellos, no necesitaban más. Ya vendría mañana el remordimiento y la soledad, el hastio y el sabor a bilis y fracaso en la garganta.

sábado, 15 de octubre de 2011

Cantando al alba y farolas.

Y porque para todo hay una primera vez. Pero siempre es mejor así, porque siempre se sigue hacia delante. Muchas veces tenemos que pararnos a pensar, a hacer cuentas sobre nuestros actos y a acomodarnos la cabeza. Lo peor de todo es que a veces no siempre es lo más adecuado para algunas personas. Pero el arrepentimiento tampoco es lo adecuado a veces. Sólo cabe esperar aprender de los errores, ser consecuentes y lógicos con el tiempo que nos ha tocado vivir, porque así es como mejor podremos amoldarnos a la realidad y dominarla. Y porque realmente no creo que lo mejor sea una cadena de ningún tipo, nada constructivo. Nada con sabor a veneno.

jueves, 13 de octubre de 2011

Noches y sueños de un hotel

Llegamos al hotel a eso de las 6 de la tarde. Llovía y hacía frío. Era invierno, y por el norte siempre había lluvias. Era una 3º planta y podíamos ver el parque de enfrente anegado por el agua y los coches pasar salpicando violentamente. Se oía detrás de los cristales el agua rugir como si desease entrar y seguir mojándonos. Ella tenía el pelo mojado, y era extremadamente bella.

Me gustaba ver como le caían los cabellos por la cara, mojándosela y cubriéndole sus gafas de pasta negra que tanto encanto le daban. -Debería cambiarme- Dijo, y yo no pude evitar ponerme nervioso. Llevaba meses soñando con su cintura, con su espalda, sus manos, su pelo, su cuerpo. Llevaba meses deseando indagar en los más profundos entresijos de su piel y probar sus más ocultos secretos.

-Será mejor que deshagamos primero la maleta, después nos cambiamos -Dije.

Empezamos a vaciar la maleta. Saqué el portatil de una mochcila que llevaba y puse algo de música, algo de rock. A ella le gustaba el rock, y pensé que le agradaría. Seguía mirándola y seguía enamorado de ella.

-¿Te importa si me pongo cómoda? -Porqué coños lo preguntará, si ella sabe que puede.
-Sí, claro, ya lo sabes.+

Se quitó el pantalón y empezó a ir en bragas por la estancia. Unas preciosas bragas de color morado. Ella tenía esa costumbre y era mi perdición. La abracé por la espalda. No la soltaba, ni quería. Empecé a besarle la nuca y los hombros. Ella suspiró.

La lancé a la cama. Le quité la camiseta. La besé. Nos abrazamos. Bajé mi mano hasta sus bragas y empecé a acariciarla. Ella empezó a jadear levemente. Metí mis dedos por las ingles hasta sus labios. Estaban húmedos y calientes. Me encantaban. No podía parar de acariciarla y besarla. La besaba sin parar: los labios, las mejillas, el cuello, los hombros. La mordía, le hacía chupetones. Nos deseábamos. Acabé por quitarle las bragas. Ella me desnudó. Empecé a chupárselo. Nunca probé un manjar tan dulce y vivo como aquel. Se retorcía. Yo la agarraba con fuerza de la cintura. Me incorporé -Fóllame- me dijo. Aquella noche dormimos uno encima del otro, desnudos, bajo nuestro sudor y jadeos. Nos amamos. Al menos yo sé que la amaba. Y la amaría hasta el fin. Nunca nadie me hizo tan feliz. Mientras, afuera la lluvia no cesaba, golpeando los cristales, silenciando nuestro amor.