martes, 17 de enero de 2012

En carne y hueso


No aguantaba más el barullo que se condensaba en la sala. La gente hablaba de cosas que deberían interesarle, que de hecho le interesaban, pero sólo podía percibir un intenso ‘bla bla bla’. Hora del descanso. Todos abandonaron sus puestos y salieron a la calle. Enfrente del edificio había un parque muy amplio, pero con poca vegetación. Sólo césped y cuatro árboles dispersos. Se sacó el tabaco, e sentó en un murito que había de hormigón y se lió un cigarro. Había una zona de recreo infantil a unos escasos metros y él se dedicó a mirar a los críos jugar y a los padres preocuparse. Era un día soleado aunque se hacía necesario llevar abrigo.

Se quedó mirando una bandada de gorriones sobre el césped que comían los pocos insectos que pillaban. Al fondo, tras estos, había un gato blanco con ojos verdes, que miraba a los pájaros con curiosidad pero no se acercaba.

Una pelota desviada espantó a las aves, cuya única reacción fue salir volando del lugar. El gato y él se miraron, o eso parecía. Es como si se hubiesen buscado. Podías oír a los críos llamar a sus padres cada vez que hacían una proeza de fuerza, agilidad o valor “Mami, mami, mira lo que hago”. Habían pocos vehículos aparcados. La mayoría monovolúmenes. Vehículos azules o grises, típico de padre. El edificio donde se encontraba era de dos plantas. Ocupaba un solar entero de unos 200 metros cuadrados. La fachada era de ladrillo rojo oscuro, con diseños de cemento.

Volvió a calar del cigarro mientras miraba al cielo. Al bajar la mirada el gato estaba justo enfrente de él. A apenas 2 metros. Se lamió una pata y se estiró. Acto seguido volvió a permanecer sentado, mirándole con esos ojos verdes. Provocaba una sensación extraña. Parecían que se conocían. Se miraban sin dirigirse palabra. Volvió a calar. Exhaló el humo.

-¿Hay algo tan intrigante en mí como para que te quedes ahí sentado?
-…
-Venga, ¿no hay ratas por ahí a las que dar presa?
-…
-Me recuerdas mucho a un gato que tuve hace años –Se puso en cuclillas para estar a la misma altura que el animal- Era blanco como la nieve, como tú, y tenía esa misma mirada tan penetrante. Con los ojos del mismo color. Pero tú no puedes ser ese animal. Aquel se escapó hace años. Ahora mismo la edad lo habrá matado, sino lo ha hecho nada antes.

Se seguía oyendo de fondo el jolgorio de los críos. La gente que estaba descansando subía ya para arriba, apurando las últimas caladas. Se levantó una leve brisa que hizo susurrar a los árboles algo que jamás seremos capaces de entender. Era una mañana agradable, pese a ser tan distante la situación con sus semejantes. Sólo una simple mata de peló con dos ojos penetrantes hizo algo de paz en su astillado señor don latidos.

Se incorporó. Termino el cigarro. Lo pisó y marchó de nuevo a la triste realidad.

lunes, 16 de enero de 2012

1 vez en la vida


No era una noche en especial. Un simple día de invierno cualquiera. Llegaba la hora de volver a casa y en la estación muchos trabajadores y estudiantes se reunían en los andamios esperando un tren con destino a ninguna parte. Y en medio de todo aquel bullicio de megafonías, despedidas de películas con abrazos y palabras gratificantes, estaban ellos dos. No se decían mucho, no sé bien por qué, pero no creo que fuese necesario. La mente humana es un misterio y casa uno se guarda sus cosas, si las tiene, por sus motivos. Lo único que sé que pasó es que cuando la beso le estaba diciendo algo importante. No sé cuanto duró aquello, sólo que a él le pareció eterno, pero demasiado breve cuando llegaba su fin.

Un simple hasta luego, un último aviso de megafonía, la gente se apresuraba para un último abrazo. Adiós se decían. Se cerraban las puertas. Un tren viejo y destartalado zarpaba. Desde la ventanilla sólo un negro intenso, un recuerdo y una sonrisa que se guarda con recelo durante el viaje pese a ser melancólica.

miércoles, 4 de enero de 2012

Y tú ¿Lo sabes?


La gente se reunía entorno al cuerpo. El bullicio, las sirenas de la policía y las ambulancias. El humo salía de aquella ventana. ¿Qué ha pasado? Puedes preguntarlo al aire sin miedo, que todos te darán su versión de los hechos sin conocerla. Era un caos y yo no entendía, estaba de paso. Los dueños de los comercios salían al exterior junto con los clientes para observar. Los vendedores ambulantes, el ciego que mendigaba sentado en el bordillo incluso se levantó y miraba con sus oídos. El tiempo parecía detenerse en aquel instante. Todo quedaba de lado, colapsado. Un sistema que parecía estar en punto muerto.

“Atrás, atrás” podías oír decir a un policía. “Abran paso” a los ats que iban con la camilla a atender el cuerpo. ¿Se habrá acabado todo para ese ser? No podía evitar sentir curiosidad, pero no me acercaba. Me encendí otro cigarro y me aparte a un lado a observar. No podía evitarlo, al fin y al cabo soy un animal más de la manada. Corría el rumor ‘al parecer ha habido un accidente en su casa y salto por la ventana asustado’. Los que creían conocer al hombre sólo por verle alguna vez en la calle se atrevían a más: ‘prendió fuego a su casa y se suicidó. Quería matar a su familia’. ¿Alguna vez han oído eso de ‘nadie se lo esperaba, parecía una buena persona’? A mí ya me cansaba oírlo por cada lado. Una ciudad entera pausada por un acontecimiento cotidiano.

¿Por qué lo hizo? No lo sé, me tiraría sólo toda una vida para intuirlo y no me acercaría ni por asomo a la verdad. Me volví a poner los auriculares. Seguí mi camino. Total, al final del día nadie se acordaría de esto y luego mirarían con recelo a esa esquina de barrio como si intentasen ver un fantasma del pasado, pero nadie sabrá que anda buscando.